miércoles, 29 de octubre de 2008 | |
Ante la crisis del capitalismo mundial: EL COMBATE POR LA REVOLUCIÓN CONTINENTAL ES MÁS NECESARIO Y PROMISORIO Los signos mostrados hasta ahora por la actual crisis financiera internacional no dejan lugar a dudas: el capitalismo está gravemente afectado por la crisis más profunda ocurrida desde la gran depresión de 1929. Esta crisis apenas inicia su despliegue devastador y hay razones fuertes para pensar que América Latina y el Caribe no escaparán a sus negativos efectos, aunque con propiedad no sea posible vaticinar ahora en magnitudes precisas todas sus consecuencias para los pueblos del mundo. La reestructuració n neoliberal, la desregulación de la economía, la liberalizació n de los mercados, la financierizació n del sistema capitalista, la privatización de lo público y lo social, los intentos de conquista militar de las áreas ricas en recursos naturales estratégicos, las nuevas guerras imperialistas, la globalización con esa impronta egoísta y destructiva… como respuesta de las elites capitalistas a la crisis estructural de final de siglo XX, si bien disparó de nuevo a su favor ganancias y riquezas en los años siguientes, revirtió progresivamente esa crisis contra el resto de la humanidad, la transformó en una crisis de existencia del planeta y sus habitantes.En el centro de esa reestructuració n perversa se situó EEUU como única superpotencia militar-mediá tica, provocando la conversión de su otrora poderosa economía productiva en un enorme sistema especulativo- parasitario, en un mega-mercado alimentado por una fiebre consumista sin precedente en la historia de la humanidad, en un sistema especulativo a favor de una minoría opulenta y derrochadora, y en una economía de guerra insostenible a mediano plazo. En los últimos 30 años convergieron en esa sociedad diversas crisis hasta provocar la grave e insoportable situación actual, desatada por el estallido de una economía de papel, virtual, ficticia, construida para la exuberancia de los banqueros de negocios, especuladores y estafadores. Las guerras en Irak y Afganistán, por demás, le han costado 900 mil millones de dólares al pueblo estadounidense y una nueva solicitud de otros 600 mil, solo para enriquecer a los magnates del complejo industrial militar y empresas conexas. EL desplome financiero tenía que venir y llegó ahora con un incontenible poder expansivo a escala mundial. El sistema es único y global y su centro estadounidense esta metido en un gran atolladero: hacia él se devolvió la crisis de existencia planetaria que provocaron las nefastas recetas neoliberales. Por eso al momento presente el epicentro de la crisis del capitalismo se ubica en el sistema financiero estadounidense, deslizándose también su economía hacia una severa recesión, cuestión que toca directamente a nuestros países latino-caribeñ os, pudiendo ser más grave su impacto sobre aquellas economías basadas en buena medida en “las remesas”, ya que miles de latinoamericanos y caribeños se han visto obligados a migrar y a vender su fuerza de trabajo en los poderosos países del Norte. A esto habría que agregar que no pocas de nuestras naciones tienen sus reservas colocadas en los bancos que hoy se declaran en quiebra, muchas sufren de una alta dependencia comercial y financiera respecto a EEUU (lo que provocará reducción de sus exportaciones a ese mercado, disminución del flujo de inversión y encarecimiento de sus importaciones) y otras serán afectadas por la caída del turismo procedente del Norte. Así las cosas, el futuro inmediato pondrá de relieve, con toda su fuerza, la contradicción fundamental entre nuestra América y el imperialismo norteamericano. Para los pueblos se tornará más necesaria y urgente la revolución; para los imperialistas se planteará una recomposición de la dominación, una readecuación de su plan recolonizador, acompañada de ingentes esfuerzos contrarrevolucionar ios. La gran pelea está casada. Esta nueva y aguda crisis permite mostrarle al conjunto de la población el CAPITALISMO AL DESNUDO, que para intentar salvarse recurrirá a toda suerte de cargas impositivas, a “salvatajes” bancarios onerosos para los contribuyentes, a recargar los Estados con la asunción de las quiebras empresariales… y se apoyará, aún más, en la sobre-explotació n de las trabajadoras y los trabajadores del mundo; no siendo descartable que apele al fomento de nuevos conflictos bélicos en muchas partes del planeta, como vía de contención de los cambios necesarios y mecanismo de manutención de su economía de guerra. La era neoliberal se desploma y la incertidumbre se apodera de las voraces elites capitalistas. Históricamente crisis como ésta han dejado abiertas posibilidades de avance a las revoluciones sociales; pero también el sistema de dominación ha mostrado hasta la saciedad su capacidad de recomponerse; o lo que es peor, cuando esa confrontación no se han resuelto en el sentido revolucionario, han sobrevenido tremendas contraofensivas reaccionarias. El surgimiento del fascismo en Europa es un ejemplo claro de ello. De ahí la sabiduría y firmeza con que los movimientos revolucionarios deben manejarse en situaciones como las que hoy vivimos. La guerra ha sido un recurso utilizado por los Estados Unidos para recuperar y/o fortalecer su economía y en las actuales circunstancias cuando conserva en pie su industria militar, poseyendo el mayor aparato bélico del planeta, dirigiendo operaciones de guerra como el llamado Plan Colombia-Iniciativa Andina, movilizando su Cuarta Flota y habiendo poblado de bases militares nuestra región, es de prever que se vuelva más tenaz en sus esfuerzos por controlar lo que sus gobernantes definen como su “patio trasero”; independientemente de cualquiera moderación aparente que resulte de un eventual desplazamiento de los halcones republicanos por la vía electoral. ¡Es un deber de los gobiernos populares de la región no descuidar esta posibilidad¡ ¡Es una necesidad de los pueblos prepararse en grande para la lucha¡ No debemos vacilar en mostrar las virtudes de las políticas de Unidad Latinoamericana adelantadas en varias iniciativas, entre las que destaca el ALBA, que se han venido levantando frente a las políticas del capitalismo salvaje; políticas que en buena medida han contribuido a la quiebra del mundo unipolar, al debilitamiento de la hegemonía norteamericana. Mostrar alternativas y señalar el camino de los cambios profundos es hoy un compromiso insoslayable. Pero además en medio de esta gran crisis del sistema capitalista y de su globalización neoliberal se precisa no solo de las políticas independientes de los gobiernos y estados con voluntad transformadora. Esta grave situación no solo demanda avanzar hacia procesos de integración continental no subordinados a los EEUU y demás imperialismos! ALBA en lugar de TLC¡ Exige sobretodo convertir los procesos de reformas avanzadas, las alternativas post-neoliberales iniciadas, en verdaderas revoluciones populares de orientación socialista. Exige imperiosamente actuar para crear, desarrollar, construir poderes populares, democracias participativas e integrales. Avanzar hacia la socialización de la economía y del poder a todo lo largo y ancho de nuestra América. ¡Hacer revolución continental! La Coordinadora Continental Bolivariana (CCB) –en tránsito de constituirse en Movimiento Continental Bolivariano- hace un claro llamado a los pueblos de nuestra América a concertar políticas para que, en medio de la crisis del capitalismo transnacional, que generalizará el hambre, se arrecien los combates y se profundicen los avances democrático-populare s, levantando unidos una perspectiva revolucionaria a nivel continental. Sí, unidos podremos enfrentar y derrotar un sistema que pone en riesgo la vida misma del planeta y así construir en este lado del mundo la Patria Grande que soñó el Padre Libertador, en cuyo seno florecerá el nuevo socialismo. En el curso de otro aniversario del inicio de la conquista de América por el imperio español nuestros pueblos siguen siendo sometidos, explotados, saqueados, empobrecidos. Hemos sufrido 516 años de opresión y es hora del gran sacudimiento. Basta ya de crueles conquistas e insoportables colonizaciones y recolonizaciones. Basta de imperialismos europeos e imperialismo yanqui. ¡Basta de recolonizació n capitalista neoliberal¡ Queremos independencia de verdad, queremos justicia, queremos felicidad colectiva, queremos democracia verdadera, queremos vivir en paz y con dignidad. ¡Queremos socialismo,carajo! ¡EN BOLIVAR Y LOS HEROES Y HEROINAS DE NUESTRA AMÉRICA NOS ENCONTRAMOS TODOS/AS¡ Presidencia Colectiva Consejo Ejecutivo 12 de octubre 2008, nuestra América |
¿Quienes somos?
miércoles, 29 de octubre de 2008
Llamamiento de la Coordinadora Continental Bolivariana
martes, 28 de octubre de 2008
Pido disculpas ( El mercado se recrimina)
Tomado de: www.cubadebate.cu
Estoy gravemente enfermo. Me gustaría manifestar públicamente mis excusas a todos los que confiaron ciegamente en mí. Creyeron en mi presunto poder de multiplicar fortunas. Depositaron en mis manos el fruto de años de trabajo, de economías familiares, el capital de sus emprendimientos.
Pido disculpas a quien mira a sus economías evaporase por las chimeneas virtuales de las bolsas de valores, así como a aquellos que se encuentran asfixiados por la imposibilidad de pagar, los intereses altos, la escasez de crédito, la proximidad de la recesión.
Hice que gobiernos y opinión pública crean que mi éxito sería proporcional a mi libertad. Me desaté de las amarras de la producción y del Estado, de las leyes y de la moralidad. Reduje todos los valores al casino global de las bolsas, transformé el crédito en producto de consumo, convencí a una parte significativa de la humanidad de que yo sería capaz de operar el milagro de hacer brotar dinero del propio dinero, sin el lastre de bienes y servicios.
Abracé la fe de que, frente a las turbulencias, yo sería capaz de auto-regularme, como ocurría con la naturaleza antes de que su equilibrio sea afectado por la acción predatoria de la llamada civilización. Me volví omnipotente, me supuse omnisciente, me impuse al planeta como omnipresente. Me globalicé.
Llegué a no dormir nunca. Si la Bolsa de Tokio callaba
Pido disculpas por haber engañado a tantos en tan poco tiempo; en especial a los economistas que mucho se esforzaron para intentar inmunizarme de las influencias del Estado. Sé que, ahora, sus teorías se derriten como sus acciones, y el estado de depresión en que viven se compara al de los bancos y de las grandes empresas.
Sufrí un colapso. Los paradigmas que me sustentaban fueron engullidos por el imprevisible agujero negro de la falta de crédito. La fuente se secó. Con las sandalias de la humildad en los pies, ruego al Estado que me proteja de un deceso vergonzoso. No puedo soportar la idea de que yo, y no una revolución de izquierda, sea el único responsable por la progresiva estatización del sistema financiero. No puedo imaginarme tutelado por los gobiernos, como en los países socialistas. Justo ahora que los bancos centrales, una institución pública, ganaban autonomía en relación a los gobiernos que los crearon y tomaban asiento en la cena de mis cardenales, ¿que es lo que veo? Se desmorona toda la cantaleta de que fuera de mí no hay salvación.
Pido disculpas a los contribuyentes de los países ricos que ven como sus impuestos sirven de boya de salvación de bancos y financieras, fortuna que debería ser invertida en derechos sociales, preservación ambiental y cultura.
Yo, el mercado, pido disculpas por haber cometido tantos pecados y, ahora, transferir a ustedes el peso de la penitencia. Sé que soy cínico, perverso, ganancioso. Sólo me resta suplicar que el Estado tenga piedad de mí.
No oso pedir perdón a Dios, cuyo lugar pretendí ocupar. Supongo que, a esta hora, Él me mira allá desde la cima con aquella misma sonrisa irónica con que presenció la caída de la Torre de Babel. (Traducción ALAI)
- Frei Betto es escritor, autor de “Cartas da Prisão” (Agir), entre otros libros. |
La larga marcha de la crisis económica capitalista
Director del Centro Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM)
El primero es el esencial planteo de Carlos Marx acerca del carácter cíclico del sistema capitalista, lo que significa su movimiento periódico a través de fases, de las cuales una es la crisis económica.
Según Marx la crisis económica es tan “normal” en la evolución capitalista como el auge o la recuperación, y ella juega el papel de restaurar los equilibrios perdidos a costa de una destrucción de fuerzas productivas.
La crisis no es una anormalidad, sino una regularidad que en la peculiar naturaleza de ese sistema, equivale a un desagradable, destructor y necesario purgante que después de destruir empresas, causar ruina, provocar desempleo, facilita una nueva etapa de crecimiento económico basado en la reconstrucción de lo destruido.
En su historia el sistema ha sufrido cientos de crisis económicas a partir de 1825 cuando Marx registra la primera de ellas, pero no todas han tenido iguales características.
Unas fueron ligeras desaceleraciones del crecimiento, otras fueron más profundas en cuanto a ruina y desempleo y en otras, a medida que las finanzas fueron desempeñando un papel mayor en la mecánica capitalista, los factores financieros adquirieron mayor importancia.
Si para Marx las crisis eran de superproducción o sobreproducción debido a una acumulación de mercancías producidas que no encontraban comprador porque los ingresos de la mayoría de los compradores (obreros asalariados) se retrasaban respecto a la dinámica productiva empujada por el afán de ganancia.
Ya con el surgimiento del imperialismo y el crecimiento del papel de las finanzas, las crisis capitalistas incorporan un nuevo factor que apenas existía en época de Marx y sólo en pequeño grado en época de Lenin: el peligro de las burbujas financieras capaces de destruir la estructura de las finanzas, lesionar gravemente el crédito y por esa vía llegar a provocar un desplome de la demanda real y desembocar en una crisis de efectos como los anunciados en el análisis pionero de Carlos Marx.
La crisis económica que acompañó a la Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue parcialmente el estallido de una burbuja financiera y la crisis de 1929-33 (la más profunda y abarcadora hasta el presente) fue un estallido de ese tipo, que desplomó el crédito.
Esta misma, derrumbó la demanda real y abrió camino a lo que se conoce desde entonces como la Gran Depresión de los años 30, la cual sólo encontró “solución” completa con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, la destrucción de Europa y Japón, y la posterior reconstrucción de posguerra.
Un segundo aspecto a recordar es el significado de una burbuja financiera. Para hacerlo es necesario tener en cuenta la diferencia entre la economía real y la economía especulativa.
La economía real es aquella en la que se crean bienes y servicios que satisfacen necesidades humanas, en la que se invierte trabajo creador de valores de uso y valores de cambio, que aplica tecnologías y las desarrolla, que alimenta el crecimiento económico real.
En tanto, la economía especulativa es la compra venta de títulos de valor en sucesivas compras y ventas de papeles, que van creando cadenas de ganancias especulativas en cada operación y también cadenas de deudas, sin que agreguen valor o valor de uso en términos reales.
Esta tiende a alejarse de la economía real y crear una dinámica propia, a medida que la especulación crece.
No pocos economistas (en especial John Maynard Keynes) han llamado la atención sobre la peligrosidad de las burbujas financieras, las cuales tienden a estallar si la especulación no es controlada dentro de límites.
Ese control debe hacerlo el Estado mediante la regulación del sector financiero y con la política tendiente a favorecer la inversión productiva en economía real por encima de la inversión financiera especulativa, y ésta fue la esencia de la política keynesiana aplicada en Estados Unidos a partir del gobierno de Roosevelt y que se hizo predominante en el mundo aproximadamente hasta 1980.
Con la opción del neoliberalismo como política económica predominante, el sector financiero y la especulación encuentran la fórmula ideal para sus intereses.
La desregulación financiera se impuso y consistió esencialmente en eliminar toda regulación o restricción al libre movimiento del capital (en especial en forma financiera), incluyendo las regulaciones sobre seguridad y transparencia en las operaciones bancarias.
Se inició una etapa en la que las regulaciones de la era keynesiana fueron barridas y se permitió la disminución de las reservas bancarias de garantía, la retirada de ciertos tipos de pasivos de los balances de las entidades financieras ocultando el verdadero estado de ellas.
Igualmente que el funcionamiento de los paraísos fiscales, las abusivas acciones de las agencias calificadoras de riesgo y en consecuencia, la especulación desenfrenada con todo lo susceptible de rendir una ganancia apostando a un precio futuro en la economía de casino que domina el llamado mercado financiero globalizado y cuyo centro es la economía de Estados Unidos.
La especulación con petróleo, alimentos, materias primas, tasa de cambio de monedas y muchas otras cosas se convirtió en la tendencia dominante porque en ella se obtenían ganancias muy elevadas, rápidas y fáciles.
La crítica marxista y no marxista a las burbujas financieras señala dos graves daños que ellos provocan.
Uno de ellos es que tienden a estallar, porque su lógica consiste en que las operaciones especulativas son más rentables cuanto más arriesgadas e inseguras y además crean adicción pues obligan a aumentar la masa de dinero y la cadena de deudas involucradas, hasta que dicha cadena se quiebra en algún punto por deudas no pagadas y la armazón especulativa se desploma con un efecto muy peligroso de arrastre sobre las instituciones financieras y probable contracción del crédito.
El otro efecto dañino de las burbujas especulativas no es tan espectacular como el estallido, pero no es menos perjudicial para el capitalismo, porque consiste en que masas crecientes del capital dejan de invertirse en la economía real donde se crea empleo, tecnologías y valores.
Para desviarse hacia la colocación especulativa en forma líquida, en una actividad parasitaria y así minando el potencial de crecimiento de la inversión de capital.
Ignorando los peligros de la especulación desenfrenada, el neoliberalismo continuó avanzando en la desregulación financiera.
En 1999 fue aprobada por el Congreso de Estados Unidos y firmada por William Clinton el Acta para la Modernización de los Servicios Financieros, que fue la derogación de los controles sobre las finanzas y las operaciones bancarias que quedaban todavía vigentes de la época keynesiana y que fueron establecidos al calor de las experiencias de la gran crisis de 1929.
En el año 2001 ocurrió un episodio de estallido de una burbuja financiera en el sector de la informática en Estados Unidos, que puede considerarse el antecedente inmediato de la crisis actual.
En esa ocasión quebraron grandes empresas como Enron, World Com y otras, explotaron escándalos de contabilidad fraudulenta .
En el caso de Enron, algunos miles de pensionados vieron esfumarse sus pensiones al caer desplomados los fondos de pensiones vinculados en Bolsa a la cotización de las empresas en bancarrota.
Fue un claro alerta de peligro, pero el gobierno Bush no adoptó decisión alguna y la burbuja financiera no se controló, sino que simplemente se trasladó hacia el sector inmobiliario, adquirió un tamaño mucho mayor y finalmente comenzó a estallar en agosto de 2007, dando lugar al inicio de la crisis financiera actual.
Lo ocurrido hasta ahora es el estallido de la burbuja financiera en el sector inmobiliario de Estados Unidos, su impacto de derrumbe sobre el mercado financiero de ese país es una línea ascendente de crisis, hasta obligar al gobierno Bush a renegar en los hechos de su dogma neoliberal, nacionalizar entidades financieras y presentar el más costoso plan de salvamento de las entidades en bancarrota que jamás un gobierno haya presentado. Han caído en quiebra los cinco grandes bancos de inversión (en realidad de inversión especulativa) que fueron el brillante símbolo de la floreciente industria de la especulación desbordada: Lehman Brothers, Merril Lynch, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Bearns y Stern.
Algunos de ellos como Lehman Brothers tenían 158 años de existencia y habían logrado sobrevivir a la crisis de los años 30.
De ellos quedan apenas con vida recortada Morgan Stanley y Goldman Sachs, actuando ahora como simples bancos comerciales, y sin hacer operaciones de titularización de valores que fueron su gran centro de operaciones especulativas.
Entraron en quiebra las dos enormes agencias inmobiliarias conocidas como Fannie Mae y Freddy Mac que financiaban la mitad de las viviendas norteamericanas y fue necesario que el gobierno las interviniera y refinanciara con 200 mil millones de dólares para evitar su colapso total.
Entró en quiebra la gran entidad aseguradora de hipotecas American International Group (AIG) y fue necesario que el gobierno la interviniera y refinanciara con 85 mil millones de dólares.
Entró en quiebra el gran banco comercial Washington Mutual, uno de los mayores de Estados Unidos.
En Estados Unidos están en quiebra otra veintena de bancos comerciales y un centenar están bajo examen de supervivencia por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos.
En Europa el gobierno inglés se ha visto forzado a nacionalizar dos importantes bancos y en ese país han quebrado cuatro bancos, dos en Dinamarca, dos en el Benelux y cinco en Alemania.
La gravedad de la situación ha hecho que los Bancos Centrales de los principales países desarrollados inyecten dinero en grandes cantidades a la circulación para impedir la parálisis en vista de la tendencia a la contracción del crédito.
La Reserva Federal (Banco Central) de Estados Unidos ha inyectado varios cientos de miles de millones de dólares desde que comenzó la crisis y otros bancos hacen algo similar.
Solamente el día 1 de octubre el Banco Central Europeo inyectó 50 mil millones de dólares, el Banco de Inglaterra 30 mil millones, el Banco Suizo 10 mil millones y el Banco de Japón 5 mil 300 millones.
Por la dimensión de lo ocurrido, es la crisis financiera actual la más severa crisis capitalista desde 1929 y abre una interrogante hacia adelante en cuanto a su duración e intensidad.
Estas pueden ser aun mayores que entonces si se tiene en cuenta que la burbuja es mucho mayor que aquella y es superior el grado de globalización que hoy existe, lo que significa mayor capacidad de difusión de la crisis entre economías mucho más interconectadas por los hilos del mercado financiero globalizado.
En forma muy abreviada, se trata de la típica razón que hace estallar las burbujas financieras: ellas crecen impulsadas por la elevada ganancia en operaciones cada vez más arriesgadas, y por la ausencia de controles, hasta que algún agente no puede pagar y comienza el derrumbe en cascada.
En el sector inmobiliario de Estados Unidos el proceso es muy claro. Allí creció la compra venta de casas y de hipotecas sobre ellas, al calor de las apuestas especulativas sobre el precio futuro de las viviendas y creó una realidad magnífica a corto plazo para los involucrados, aunque temporal y peligrosa.
En esos años el precio de las casas crecía de año en año, de tal modo que era muy fácil pedir una hipoteca, pues el aumento de precio de la casa compensaba rápidamente el costo de la hipoteca.
Fue un mecanismo eficaz para estimular el consumismo de la población norteamericana que en los créditos hipotecarios encontraba el financiamiento para hacer compras crecientes a cuenta de la vivienda, cuyo precio crecía de año en año.
A su vez, las entidades financieras tomaban las hipotecas y las convertían en activos, las titularizaban o convertían en títulos de valor y las vendían y revendían con márgenes de ganancia en operaciones cada vez más lucrativa y riesgosas.
Los vendedores de hipotecas las ofrecían con crecientes facilidades, pues la especulación así lo pedía para aumentar la masa de operaciones y se llegó a los llamados “créditos subprime” o “créditos por debajo de la norma de calidad”, que no son otra cosa que créditos concedidos a prestatarios que en condiciones normales nunca lo hubieran obtenido, pues no podrían demostrar solvencia para respaldarlo.
Bajo el impulso especulativo las entidades financieras hoy en quiebra elaboraron instrumentos debidos a la audacia de la ingeniería financiera que elevaron la ganancia y el riesgo a extremos máximos.
Un ejemplo son los llamados CDO (Collaterized Debt Obligations) que son papeles o títulos de valor que le ofrecen a su comprador el derecho a un rendimiento financiero derivado de un título o paquete cuya composición es opaca, o sea, que no se conocen sus ingredientes internos.
Se trata de títulos que proceden de una titularización anterior y aun de otras anteriores, esto es, títulos basados en títulos anteriores, en los cuales los componentes sucesivos que entran en el compuesto han quedado oscurecidos.
Esto significa que se han difundido por el mercado financiero globalizado una cantidad no precisada de títulos “podridos” o portadores de créditos subprime incobrables, en forma encubierta, bajo las astucias de la ingeniería financiera y la falsa respetabilidad de las entidades que están ahora en quiebra.
Esto hace del mercado financiero globalizado -que se extienda por todo el planeta- una especie de campo minado en el que explotan por doquier estos valores “podridos” que la especulación y el neoliberalismo difundieron y que no se sabe exactamente dónde y en manos de quién se encuentran.
Las primeras expresiones de crisis comenzaron en agosto de 2007 y en casi 14 meses transcurridos desde entonces, ella se ha ido agravando hasta llegar a la desesperada solicitud de salvamento hecha por el gobierno de Estados Unidos al Congreso, después de fracasar las sucesivas inyecciones de liquidez aplicadas durante un año.
La profundidad de una crisis económica generada a partir de la explosión de una burbuja financiera depende de su extensión a la economía real. Si la burbuja sólo provoca pérdidas en entidades financieras, y descensos momentáneos en la Bolsa, la crisis resulta contenida y no trasciende en gran escala a la economía real, el problema no es tan grave.
El resultado es la pérdida financiera que puede ser cuantiosa e incluso alcanzar millones de millones de dólares, pero si no toca con fuerza a la economía real, no pasa de ser una simple crisis financiera, como lo que ocurrió en el sector de la informática en Estados Unidos en el año 2001.
Esto no significa que exista un muro divisorio absoluto entre economía real y financiera, pues en la práctica los grandes conglomerados transnacionales tienen ambas actividades dentro de su estructura y en líneas generales, la afectación en una de ellas repercute en la otra, pero lo que marca la diferencia entre una crisis financiera y una crisis de mayor calibre, es el grado en que ella impacta a la economía real (al empleo, al consumo, la producción industrial, etc.) y la correa de transmisión entre uno y otro ámbito de actividad es el crédito.
La desaparición o el súbito encarecimiento del crédito, que es como el aceite que permite la marcha de la economía moderna, es el factor determinante en la conversión de una crisis financiera en una crisis económica generalizada de gran profundidad.
Hasta el momento se ha registrado ya cierto impacto en la economía real de Estados Unidos, aunque se trata sólo de los primeros síntomas. En el mes de septiembre se perdieron en Estados Unidos 159 mil puestos de trabajo (la cifra mayor mensual en los últimos cinco años) y el desempleo alcanzó el 6,1 por ciento.
Es significativo que de los empleos perdidos menos del 10 por ciento, lo fueron en el sector financiero y la mayor parte lo fueron en actividades de la economía real como la industria automovilística (sus ventas cayeron un 32 por ciento en septiembre), la industria informática y la industria textil.
El 57 por ciento de los norteamericanos que poseen cuentas en bancos, teme por sus depósitos, a pesar del seguro que los cubre, el que fue elevado hasta depósitos de 250 mil dólares por el Plan de Rescate, aprobado por el Congreso y que trata de frenar el movimiento de pánico hacia una retirada de depósitos que ya se iniciaba.
El Plan rescate del gobierno de Bush.
A dicho Plan de Rescate se le pueden señalar varias deficiencias.
-su cuantía de 850 mil millones de dólares no asegura que sea suficiente para remediar la magnitud de los créditos “chatarra”.
Algunos medios consideran que serían necesarios 5 millones de millones de dólares y la realidad es que por la sofisticación e intensidad de los papeles que empapelaron la economía norteamericana, nadie sabe la verdadera magnitud de los préstamos incobrables.
Es de observar que la reacción de la Bolsa inmediatamente después de la aprobación del rescate fue a la baja y cerró esa semana como la peor registrada en siete años, en lo que parece ser la expresión de la desconfianza en la efectividad del rescate.
Algunas fuentes informan que 2/3 de los créditos hipotecarios otorgados son incobrables.
-El rescate no aborda las causas que llevaron a la crisis, esto es, la desregulación financiera. En esas condiciones, salvar a las entidades quebradas equivale a refinanciarlas, para que sigan haciendo lo único que saben hacer: especular.
Esto se refuerza por la lógica de la explicación oficial dada por Bush y Paulson el Secretario del Tesoro, según la cual la crisis es de “confianza” y bastaría reflotar las entidades quebradas para que todo funcione bien de nuevo.
-Echaría más leña al fuego de los desequilibrios básicos de la economía de Estados Unidos.
Con una deuda pública de 9,6 millones de millones de dólares, un déficit presupuestal de 450 mil millones antes del Plan de Rescate y un déficit comercial mayor de 600 mil millones, la puesta en circulación de 850 mil millones más no haría otra cosa que hundir más al dólar.
Esta crisis puede ser mucho más intensa que la de 1929.
Aunque algunos analistas hablan de que China pudiera compensar la caída de Estados Unidos y asumir el papel de locomotora, esto no parece posible, debido a que Estados Unidos representa el 20 por cinto del PIB mundial y en dólares se hace el 70 por ciento del comercio mundial.
Están en esta moneda el 65 por ciento de las reservas monetarias, pero más que eso, es el primer comprador mundial aventajando largamente a cualquier otro país y su mercado financiero (Wall Street) maneja más dinero que todas las Bolsas europeas juntas.
La crisis actual tiene una diferencia con el crac de la Bolsa de 1987 y el estallido de la burbuja informática en 2001, y es que ahora los activos en juego no son sólo instrumentos financieros (papeles), sino viviendas donde viven personas. En aquellos episodios de crisis no hubo colapsos bancarios y ahora el colapso es ya profundo.
Otro ingrediente de la crisis actual con gran potencial de crear malestar social, es la ruina de los fondos de pensiones convertidos por el neoliberalismo en instrumentos especulativos con administración privada.
Noticias recientes informan que los maestros del estado norteamericano de Ohio han visto evaporarse sus pensiones porque el fondo de pensiones fue invertido en entidades quebradas como Fannie Mae, Freddy Mac, AIG y Lehman Brothers.
En Suiza las cajas de pensionados reportan pérdidas por 30 mil millones de francos suizos.
En México los fondos de pensiones perdieron más de 6 mil millones de dólares y en Chile -el padre de la privatización de la Seguridad Social- se han perdido 20 mil millones de dólares.
Esta crisis plantea un desafío teórico y práctico para los marxistas, para los que defienden el socialismo y en general, los que luchan por un mundo mejor.
En ella se presentan elementos que responden al análisis marxista clásico de las crisis capitalistas; otros que entraron apenas en pequeño grado en ese análisis clásico por corresponder al capitalismo posterior a Marx y Lenin, y otros que no aparecen allí por ser fenómenos recientes.
En efecto, en esta crisis tenemos la clásica sobreproducción o superproducción marxista de mercancías que no encuentran demanda solvente (viviendas en estados Unidos y posibles capacidades industriales en China, Japón, Corea del Sur, India diseñadas para exportar hacia Estados Unidos y Europa), tenemos el estallido de una burbuja financiera en complejas condiciones de neoliberalismo y globalización que el marxismo clásico apenas alcanzó a ver en sus estadios muy iniciales, y fenómenos absolutamente nuevos como la subproducción derivada del agotamiento de recursos no renovables como el petróleo, el agua, las tierras fértiles.
Es una crisis que combina la vieja necesidad de sustitución del capitalismo por su tendencia a generar crisis económicas destructoras de fuerzas productivas, con la necesidad de supervivencia de la especie humana, en el planeta sometido a la depredación no sólo económica y social capitalista, sino a la depredación de las condiciones de vida humanas.
Los resultados socio políticos de una gran crisis económica capitalista no están predeterminados. Dependen de las fuerzas políticas actuantes y su maestría para aprovechar la coyuntura favorable derivada de la ruina, el desempleo, la pobreza, el descrédito del discurso capitalista, que una crisis implica.
De una gran crisis económica y una guerra mundial surgió la primera revolución socialista y de una gran crisis económica surgió el fascismo alemán.
Por el momento, el estado subjetivo reinante en Estados Unidos se refleja en la siguiente cita del Premio Nóbel de Economía 2001, el norteamericano Joseph Stiglitz, ex asesor económico de Clinton y ex Vicepresidente del Banco Mundial: “Tendremos que rezar entonces para que un acuerdo (se refiere al Plan de Rescate) armado con la mezcla tóxica de intereses especiales, una economía equivocada e ideologías de derecha que generaron esta crisis, pueda dar como resultado de algún modo un plan de rescate que funcione o cuyo fracaso no provoque demasiado daño”.
(*) El autor es Director del Centro Investigaciones de
la Economía Mundial (CIEM) om/rcg/rgc PL-28
domingo, 26 de octubre de 2008
ENTREVISTA A SILVIO RODRIGUEZ
(tomado de Vanguardia, sabado, 25 de octubre de 2008)
--- "Que los cubanos puedan salir y entrar sin trabas"
--- "El Estado cubano tiene que ser modernizado"
--- "Hay que abandonar la retórica autocomplaciente de la que los jóvenes se distancian"
--- "Invocando el reverso de lo que digo, termino afirmando que el futuro del mundo es el infierno"
--- "Ojalá se imponga Obama, para que el triunfo de un afroamericano sea una contribución al mundo nuevo que prometen".
Silvio Rodríguez (Cuba, 1946) sigue siendo un cantautor revolucionario. Su compromiso con el socialismo está fuera de duda.
Pero el autor de Ojalá reclama cambios a su gobierno. Sin premura, pero sin demoras que pongan en peligro lo conquistado. El trovador cubano pide el fin de las restricciones a los viajes y una modernización del Estado.
¿Qué prepara en este momento?
Trabajo en la posproducción de dos DVD: uno recoge un concierto que regalamos al pueblo de santo Domingo en 2007, en el estadio de béisbol de la capital. El otro es un concierto de mayo de este año, en el teatro Karl Marx de La Habana. En ambos casos los músicos que me acompañan son el trío Trovarroco, Oliver Valdés y Niurka González. El primer DVD lo está realizando René Arencibia; el segundo, Lester Hamlet, con quien también colaboro en un documental sobre la gira por prisiones que hicimos un grupo de escritores y artistas, entre enero y mayo de 2008.
Estoy componiendo canciones para el primer largometraje de animación en 3D que se hará en Cuba. Se trata de un proyecto del realizador Ernesto Padrón sobre el cuento de magia Meñique (de Laboulaye), del que José Martí hiciera una versión muy hermosa. Además estoy componiendo y grabando temas para un posible disco, que supongo verá la luz en 2009.
¿Cómo encuentra el panorama musical en Cuba, en general, y el de la trova en particular?
Nunca han existido más orquestas y bandas en Cuba que ahora mismo. Hay contratiempos, pero las agrupaciones aumentan en todas las manifestaciones musicales. Desde que se gradúan, los músicos de conciertos confrontan la necesidad de instrumentos, generalmente difíciles de conseguir, sobre todo de calidad profesional; también escasean los recambios, y además en Cuba hay pocos luthieres.
Si se trata de una orquesta grande, como las sinfónicas que hay en varias provincias, requieren de locales de ensayos amplios y luego de teatros con ciertas condiciones. La música llamada popular también confronta angustias, pero crece. Pese a las dificultades materiales la música cubana siempre se está reinventando con creatividad. Ahora mismo no es una excepción. Siguen existiendo problemas con las bandas de rock; pero al parecer es más por indisciplinas sociales que ocurren en torno a los conciertos que por prejuicios con la música.
La trova continúa haciéndose en guetos, como ha sido siempre. La mayoría de los trovadores se la pasan componiendo maravillas, hasta que un día una canción da un salto y los identifica. Buena parte de la trova tradicional sobrevivió gracias a sus admiradores, que prestaron sus salas y sus patios para que se cantara.
El feeling trascendió por los intérpretes de la canción romántica, mientras los compositores descargaban en lugares oscuros, a veces molestados por borrachos. La nueva trova por poco no fue frustrada al nacer, pero tuvo apoyo de muchos jóvenes y de instituciones como Casa de las Américas y el ICAIC. Los trovadores actuales han sobrevivido por el Centro Pablo de la Torriente Brau.
Allí, en su patio de la calle Muralla, en La Habana Vieja, han cantado muchos y han sido grabados sus conciertos. Tener un lugar de confluencia les ha permitido intercambiar ideas y organizarse un poco; gracias a eso ahora sabemos de muchas peñitas diseminadas en diversos rincones de la ciudad.
¿Hasta qué punto cree que las deserciones afectan a la música y el arte cubanos?
Es un mito que Cuba sea el país Latinoamericano de más emigrantes. De Cuba se va un 8 %. De varios países de la región emigra desde un 9 hasta un 20%. Aunque fueran menos, me dolerían las ausencias, sobre todo las económicas. Viéndolo como impacto en la cultura, somos un país con una gran capacidad de auto-reparación. El talento del cubano y las escuelas de arte han hecho un dueto imbatible.
.- Hace pocos meses participó en una gira por las cárceles cubanas.
¿Qué enseñanzas extrajo? ¿Cómo encontró el trato que los presos reciben del Estados y las autoridades?
Una enseñanza fundamental se la escuché decir con modestia, pero con sabiduría, a los trabajadores de las Prisiones: "Ninguna cárcel es buena". Sin perder de vista esa certeza, en las cárceles cubanas hay realidades que rompen los esquemas y muchos prejuicios. Para ser presidios de un país del tercer mundo y para colmo bloqueado, se ven experiencias de rehabilitación asombrosas, lamentablemente poco conocidas.
Discutí mucho con las autoridades de prisión sobre la necesidad de divulgar esos logros. No era la primera vez que hacíamos una gira por prisiones; en esta ocasión el hecho fue más publicitado, creo que para bien. Quizá por eso nuestra visita dio lugar a ciertas mejoras materiales, al menos en las 16 cárceles que visitamos. El arte se genera en una parte inaprensible del ser humano; en todos los presidios nosotros compartimos la escena con los reclusos y con los custodios. Allí descubrimos aficionados con vocaciones muy fuertes.
Hace poco leí que una orquesta sinfónica de Madrid había empezado a visitar algunas prisiones españolas. Traté de seguir la secuencia, pero fue una noticia solitaria. Aún así me sirvió para pensar en la posibilidad de hacer lo mismo aquí, cuando superemos los desastres que nos dejaron los ciclones.
¿Cómo ve las tendencias, los gustos y las modas musicales de las nuevas generaciones?
Creo que siempre he estado algo desfasado respecto a algunas manías momentáneas. En mi juventud escribí una canción llamada Aunque no esté de moda. El sábado pasado encendí la televisión y, en un programa de horario estelar, vi un montón de caras completamente nuevas para mí. La tendencia musical que parece predominar es la de largos discursos sobre ritmos hipnóticos. Yo mismo tengo un hijo que hace rap.
El actúa en las afueras de La Habana, en eventos medio clandestinos que hacen los jóvenes en las playas. Me da igual el estilo que adopte, siempre que lo anime un espíritu artístico, como es su caso.
Todas las épocas tiene sus corrientes y desagües. Lo valioso comienza confundido entre el montón, quemándose en el crisol de la perseverancia. Lamentablemente no sólo queda hojarasca en el camino; también caen talentos que no tuvieron suerte o la consistencia necesaria. Es muy importante que los jóvenes artistas se cultiven y que no paren de superarse. Las instituciones culturales debieran estar llenas de personas cultas, de expertos detectores de talentos para prestar ayuda a los jóvenes.
Los medios y las nuevas tecnologías de la comunicación han hecho a Cuba más permeable a consumos que durante años se venían rechazando. Esto incluye a la cultura. ¿En qué medida considera estas influencias positivas y en qué modo le parecen negativas?
En lo personal veo como positivo lo que me libera, pero no a tontas y a ciegas, porque hay ensanchamientos que son anzuelos para incautos.
Entiendo que Ud. me habla de que la tecnología puede introducirnos hábitos de las sociedades de consumo y yo parto de que es necesario –inevitable- aprender el mundo, con defectos y todo. Por conocer la diversidad se llega a saber que no todo lo que hace otro es bueno para uno mismo. Tampoco es secreto que los llamados "medios" suelen responder a los intereses que dominan.
Las tradiciones –las culturas, las ideologías- se defienden justificándose y escalificando a quienes no acatan sus normas. Una característica de la llamada "cultura occidental" es su fanatismo por la tecnología. Los que no lucen el último artificio son vistos, al menos, con lástima. Pues yo no le encuentro sentido a la tecnología por la tecnología, y tampoco al consumismo desenfrenado. Son hábitos que están agotando los recursos y dejando sin futuro a nuestros hijos. Sin embargo la tecnología puede estar en función del mejoramiento humano y de la forma de ser de cada cual.
Décadas de bloqueos y restricciones pueden propiciar deslumbramientos. Pero que podamos ser ingenuos no quiere decir que la tecnología adolece de un pecado original. Porque la inteligencia también puede reformular los avances –cualquier conocimiento- en función de la propia identidad.
En el reciente congreso de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos se debatió largo y tendido sobre el trabajo artístico y su remuneración en Cuba. Según se mire, y según los casos, algunos artistas cubanos pueden parecer injustamente tratados o, por el
contrario, como privilegiados. Pero éstas son visiones desde fuera.
¿Cuál es la suya desde dentro?
El mundo del espectáculo está universalmente sobredimensionado, muy especialmente la industria de la música, que genera toneladas de dinero. Pero en Cuba, a pesar de sus valores, la mayoría de los músicos tiene que esmerarse para vivir al día. En nuestro país sólo la música bailable y algunos artistas plásticos consiguen ser solventes. Los otros pocos artistas que vivimos mejor hemos obtenido estabilidad económica por nuestro trabajo ocasional en el exterior. Por su parte grandes actores han tenido que trabajar como boteros (taxistas); otros han emigrado para sobrevivir (también los hay que no han soportado vivir afuera ni con éxito).
Los escritores y los cineastas, desde antes de la Revolución, han sufrido limitaciones económicas. Pero este problema no es sólo del sector cultural, que además es uno de los mejor pagados del país. Tenemos deudas de retribución, por ejemplo, con los profesionales, con los deportistas, con todo el pueblo.
El congreso de la UNEAC fue significativo porque, después de un largo período de aparente apatía, se juntaron muchos intelectuales a tratar de empujar el carro de la sociedad. A mí me parecieron trascendentales las observaciones sobre el deterioro de algunas zonas del sistema educacional, que es una de nuestras glorias sociales. Porque resulta que actualmente la enseñanza, incluso la artística, es uno de los trabajos peor remunerados. Y es más que justo invocar la dignificación del trabajo cuando se trata de un drama nacional.
En ese congreso se habló de "los hijos que están fuera". Es un asunto que linda con el de los problemas para salir del país, causados en gran parte desde fuera pero también desde dentro. Hace unos meses usted se pronunció en contra de distintas restricciones en la Cuba de hoy. Algunas se han levantado, pero otras siguen ahí, entre ellas las
relativas a las salidas. ¿Cree que hay un freno, como dicen algunos comentaristas foráneos?
Desde sus comienzos se viene diciendo que la revolución es voluntaria. En nuestra isla todas las familias están rotas por alguna parte. No hace meses sino años que me pronuncio pública y privadamente sobre cuestiones que considero urgentes, como lo es eliminar el permiso de salida y entrada de los naturales cubanos a su país.
Ese trámite fue una solución coyuntural de hace décadas; hoy parece más una restricción a los derechos ciudadanos y creo que sobra. Circulan diversas hipótesis de por qué no se acaba de tomar la medida, pero el gobierno es cauteloso con el tema. Este tipo de restricción a la libertad encaja divinamente en la mala fama del llamado socialismo real. Yo soy de la opinión de que romper con ese tabú sería muy positivo para la salud del socialismo, incluso del cubano.
¿Qué otras cosas habría que cambiar?
Creo que el estado cubano tiene que ser modernizado. Nos redujeron a ser una plaza sitiada y eso contribuyó a nuestro encapsulamiento, pero ahora pesa el exceso de centralización. Se crearon fórmulas que funcionaron en las condiciones de antaño y el cuestionamiento de esas fórmulas continuó siendo responsabilidad de pocos. Cuando son juez y a la vez parte, hasta las verdades más puras corren el riesgo de irse
volviendo autocomplacientes.
Esto va creando una retórica oficial que hasta por estética distancia a las nuevas generaciones de las esencias; se da lugar a vicios, a nuevas formas de corrupción, a oportunismo, a demagogia. Hay dos cosas que necesita una sociedad: una es generar entusiasmo y la otra es ofrecer seguridad. A veces ocurre la maravilla de ver estas dos
virtudes juntas: para las generaciones anteriores el entusiasmo lo producía la confrontación con las fuerzas que negaban a la Revolución que a su vez le aportaba seguridad al pueblo, haciéndole justicia.
Las nuevas generaciones viven en otra realidad: la justicia por la que antes se luchaba ahora está institucionalizada. Algunos jóvenes sólo sienten las incomodidades de vivir en un país donde casi todo escasea y con demasiados absurdos administrativos. Para ellos lo foráneo llega a convertirse en quimera. Por su parte los enemigos ya no necesitan desembarcar en nuestras playas: saben que el bloqueo nos hace más daño
que cualquier invasión y además han tejido una vasta red de propaganda, a través de la prensa e Internet.
Ante una agresividad que ha sabido evolucionar con los tiempos, a veces las defensas del gobierno parecen obsoletas. A mi modo de ver el centralismo debe ser superado por un sistema más pragmático y maduro.
Ya sé que con premura no se puede desenredar una madeja. Ante tanta hostilidad cualquier paso trascendente es más riesgoso que cuando la Revolución era joven. Pero quizá de eso dependa que tantos sacrificios no se malogren.
¿Es usted partidario de una mayor apertura política y/o económica? ¿Con qué límites? ¿No hay un mayor apremio tras el devastador paso de dos ciclones?
Cuba ha estado siempre en el centro de ciclones más feroces que el Gustav y el Ike, sin desdorar la crueldad de esos meteoros. Quienes nos asfixian nos han hecho más daño que todos los huracanes. Fíjese que en los primeros días del desastre, salvo honrosas excepciones amigas, incluyendo la de España, la solidaridad con Cuba parecía cicatera, cuando no una formalidad. Aún así, en los lugares más golpeados no se ha parado de trabajar durísimo y los que lo han perdido todo mantienen la confianza en su país, por los principios de solidaridad que siempre practicamos. Ante una tragedia como esta deseo menos que mi país retroceda a un sistema que estimula el egoísmo, la futilidad y la explotación; un sistema que ahora mismo está dando serias señales de fracaso.
Si no fuéramos socialistas esto nos hubiera costado miles de vidas y muchas más pérdidas materiales. Por experiencia propia sé que el socialismo puede haber muchos absurdos, pero entre dos sistemas imperfectos escojo el que apuesta por la solidaridad humana, por la igualdad de oportunidades a los que nacen, tengan la cuna que tengan. Claro que quisiera que el socialismo cubano evolucionara hacia formas más participativas y democráticas, lo que yo entendería más como profundización que como apertura.
Al respecto, el gobierno cubano acaba de plantear, al menos verbalmente, la posibilidad de que los cubanos incrementen sin límites sus salarios, en la medida en que trabajen más. El estado cubano se declara dispuesto a remunerar el esfuerzo laboral sin poner techo. Creo que ahora debiéramos facilitarle el camino al trabajo.
Más en particular ¿Qué les pediría a Raúl y Fidel?
No creo que envíe mensaje alguno a través de un periódico, ni siquiera de Granma. No me gustaría que Fidel o Raúl, entre los papeles que les ponen a diario sobre sus mesas, encontraran una nota periodística con un mensaje mío.
Comprendo que los medios pueden llegar casi a todas partes, pero lo que necesito hacer saber lo canto o lo escribo. Así que seguiré corriendo el riesgo de que un cuadro con iniciativa "me suspenda la función" o "me archive en copias y no en originales".
¿Cuál es su balance de 50 años de revolución?
Puedo resumirlo preguntándome cuánta gente pasa por la vida sin encontrarle sentido a la existencia, sin una razón de ser, sin un trazado mínimo de coherencia. Ser hijo y ser fiel a un pueblo como el cubano es de las mejores vidas que se puedan tener. Ese ha sido uno de mis privilegios y el de muchos de mi generación. Así que mi recuento puede que no sea ideal, pero es satisfactorio.
¿Por qué no repitió como candidato a diputado nacional del Poder Popular?
Empecé en la cuarta legislatura, en 1993, a principios del llamado Período Especial, justamente cuando se derrumbó el campo socialista y se anunciaba que la Historia había terminado. "Si entonces escribí la canción El necio (de compromiso y lealtad a la Revolución), lo más consecuente era responder al llamado de mi país cuando fui elegido sin haberme postulado. Un lustro después acepté integrar la quinta legislatura y otro más tarde la sexta, lo que hicieron un total de 15 años como Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Honor para mi currículo y suficiente tiempo para alguien como yo, sin vocación de político.
¿Qué cabe esperar de un cambio en la presidencia de Estados Unidos? (Si gana Obama / Si gana McCain)
Hay quienes dicen que a la larga los republicanos resultan para Cuba más benévolos que los demócratas. A mí me parece que, gane quien gane, la tarea que tiene el próximo presidente es formidable: recuperar no sólo la confianza internacional en los Estados Unidos, sino la de sus propios ciudadanos en la seguridad de su sistema. Ojalá se imponga Obama, para bien de su pueblo y para que el acto de ganar un afroamericano sea una contribución a ese mundo nuevo que prometen.
El mundo vive horas de cambios y turbulencias, unas más inquietantes que otras. ¿Cómo ve usted el futuro?
Veo con esperanza los procesos de izquierda en Latinoamérica. Confío en que no cometan nuestros errores; se lo dije una vez al presidente Chávez. Confío en que cada vez más haya un frente común y en que consigamos convertirnos en un haz de naciones hermanas y solidarias, para que el sueño de Bolívar, de Martí y de tantos próceres se realice. Ojalá más temprano que tarde exista una Unión Latinoamericana y del Caribe, como hoy existe una Unión Europea.
Espero que las agresiones se acaben en todo el mundo; que regresen a sus hogares los jóvenes que fueron enviados a matar y a morir por causas más que dudosas. Espero que israelíes y palestinos consigan entenderse y se acabe esa vendetta que atraviesa los siglos y que es dolor de tantos. Espero que se deje de gastar en armas y que todo ese
dinero se invierta en salud y en educación para los países del tercer mundo, muy especialmente para África, donde existe una pobreza inadmisible para vergüenza de la humanidad.
Espero que todos los niños que nazcan, sin excepción, tengan derecho a la vida, a los alimentos, a la salud, a los estudios y más tarde al trabajo. Espero que el concepto de minorías étnicas desaparezca como forma de discriminación, que todos tengamos los mismos derechos y seamos considerados iguales, por encima de géneros, razas, credos,
preferencias sexuales, etcétera y etcétera.
Espero que crezca la conciencia ecológica y el poder para detener la depredación ambiental, de modo que paremos la destrucción de nuestro planeta. En estos días cada vez más analistas coinciden en que está comenzando otra Gran Depresión y que después ya nada volverá a ser igual. Espero que los pobres no paguen una vez más la irresponsabilidad de los ricos. Espero que Estados Unidos levante su bloqueo contra Cuba.
Soy una rara combinación de pesimista con utópico. Tengo muy mala puntería cuando anuncio mis esperanzas. Muchas veces digo que va a pasar algo y ocurre lo contrario. Esto me ha hecho supersticioso con mis propios deseos. Y para que vea que es cierto, o sea invocando el reverso de lo que digo, voy a terminar diciendo que el futuro del
mundo es el infierno.
domingo, 19 de octubre de 2008
POR QUÉ SER ANTIIMPERIALISTAS
Compañeros, compañeras, amigos:
Hablaré primero un poco de por qué ser antiimperialistas; de por qué es necesario luchar por la soberanía de América Latina y por su liberación; porque no faltan los que intentan descalificar esta lucha y restarle validez, y la califican de anacrónica; veamos si tienen razón o no, quienes pretenden eso:
El hecho es que el sistema capitalista mundial, a partir de fines del siglo XIX, se integra por dos tipos de países, que vienen a ser como las dos caras de una misma moneda: los países imperialistas y los subordinados o dependientes. Los primeros no podrían existir como grandes potencias sin los segundos, pues extraen de éstos los enormes recursos que les permiten ser lo que son, por medio de la rapiña. Y los segundos no serían eternamente pobres, como lo son, si no fueran saqueados de manera impune, por los primeros.
Porque también es un hecho que los países imperialistas todos son ricos, sin excepción, como Estados Unidos, Japón y los de la Unión Europea; pero ninguno debe su riqueza a fuerzas internas tales como sus propios recursos naturales, su desarrollo científico y tecnológico ni su capacidad de organización, por importantes que sean. Y en general lo son, pero, como dijimos, a nada de eso deben la parte mayor de su riqueza, sino al hecho específico de que despojan a los países dependientes, valiéndose de mecanismos diversos, como las inversiones extranjeras directas, el intercambio comercial injusto, la deuda externa, la llamada propiedad industrial y otros más.
Los países dependientes, en contraste, todos son pobres, unos menos que otros, pero ninguno es rico. No importa cuánto petróleo o gas tengan, cuantas minas de oro y plata, cuánto uranio u otros tipos de riquezas naturales, así sean de las más apreciadas. Tampoco, cuan esforzados y trabajadores sean sus pueblos ni cuánto luchen por desarrollar sus economías. La lógica del sistema capitalista mundial contemporáneo conduce a una conclusión clara: México y los demás países como el nuestro, no pueden prosperar ni sus pueblos pueden lograr el bienestar, por mínimo que sea, en tanto estén subordinados a los imperialistas.
De allí la necesidad de luchar contra el imperialismo y, por tanto, por nuestra liberación nacional y de toda América Latina. Liberarnos del imperialismo implica pasar a ser dueños de nuestro destino; resolver, como mexicanos y latinoamericanos, cómo queremos que sea nuestra sociedad y cómo, sus instituciones; cómo queremos que funcione la economía, sin que nos impongan recetas desde los centros de poder del imperialismo, como el Banco Mundial, el fondo Monetario Internacional y otras instituciones de ese tipo; resolver qué y cómo queremos producir y cómo lo distribuimos; en qué invertimos los excedentes; decidir qué queremos que sea nuestro Estado nacional y qué funciones tenga, sin que tengamos forzosamente que ajustarnos a diseños preconcebidos por intereses que no son neutrales y tampoco son los nuestros, sino de las potencias imperialistas que nos explotan, con Estados Unidos al frente; cómo queremos que sean nuestros regímenes democráticos, de seguro muy diferentes y superiores al modelo que han llamado “democracia representativa”, que es tramposo e inaceptable, puesto que sólo favorece a la más pequeña minoría explotadora del pueblo y, a fin de cuentas, sus usufructuarios ni siquiera respetan las reglas electorales que ellos mismos han fijado. Así consta en los casos de los dos procesos más recientes de Estados Unidos y en varios de los últimos de México.
Liberarse del imperialismo para pasar por primera vez a la calidad de verdaderos Estados libres y soberanos, eso están haciendo hoy mismo nuestros hermanos venezolanos; están avanzando hacia su segunda y definitiva independencia, ganando su derecho a la autodeterminación de manera cabal, recuperando sus riquezas naturales, creando condiciones de bienestar para todo su pueblo, elevando la educación, la salud y la cultura, poniendo todos estos bienes al alcance de las masas populares, antes despojadas de todo.
En ese camino, la Revolución bolivariana, con el presidente Hugo Chávez Frías a la cabeza, ha dado pasos de gran magnitud, y su ejemplo ha sido valioso, porque ha estimulado otras luchas igualmente justas, como la del hermano pueblo boliviano, con Evo Morales como dirigente notable por su capacidad y compromiso con el pueblo; la que se da en Ecuador, donde se acaba de aprobar plebiscitariamente una nueva Constitución, que sienta las bases para avances mayores, y la que se da otra vez en Nicaragua, entre otras. Mucho podría decir de los logros, de los avances de la Revolución bolivariana; de los colosales obstáculos que le impone a cada paso el imperialismo, y de la lucha ardua que día con día libra la revolución para seguir victoriosa, porque conozco el caso y lo sigo con atención, día a día, pero es claro que nuestra estimada compañera de Foro, Eloísa Lagonell, Encargada de Negocios de la Embajada de Venezuela, está mucho más calificada para tratar este tema.
Estimados amigos: estamos en vísperas del bicentenario del inicio de la lucha por la independencia de México, que encabezaran el cura Hidalgo y otras figuras señeras, como el cura Morelos. Los pueblos hermanos de muchos países de América Latina andan también en igual celebración, pues la mayoría cumplimos casi al mismo tiempo doscientos años del estallido de la lucha independentista, y no es una mera casualidad; el hecho es que somos una región con grandes coincidencias en nuestros procesos históricos y culturales.
A propósito del bicentenario, hay que destacar tres cosas: primera, que aquella lucha fue sumamente valiosa y, por tanto, debemos sentirnos legítimamente orgullosos de la generación que la llevó a cabo de manera resuelta y sin vacilaciones. Segunda, que fue victoriosa, puesto que derrotó a la potencia europea que nos sojuzgaba y logró nuestra independencia formal, que no es poca cosa. Y tercera, que sin embargo, siendo una lucha victoriosa, no logró todos sus objetivos –no siempre se alcanzan en cada batalla concreta- pues no consiguió destruir el régimen económico que las potencias coloniales habían impuesto, basado en la concentración de la tierra en manos de una minoría y en una serie de estancos, monopolios y privilegios para las castas dominantes.
Luego de triunfar la lucha independentista, pocas décadas después, nuestros países que apenas habían dejado de ser colonias de España y Portugal, pasaron a semicolonias o neocolonias de Estados Unidos, Inglaterra y otras potencias, en la época del imperialismo económico, que se inició en el último tercio del siglo XIX y predomina hasta hoy, más brutal que nunca.
¿Cómo fue que pasamos de colonias plenas de España y Portugal a semicolonias del moderno imperialismo económico? Fue así: luego de conquistada nuestra independencia formal, nuestras fuerzas productivas empezaron a desarrollarse con grandes dificultades, porque estorbaban su desenvolvimiento las formas atrasadas, de corte feudal, que impuso España, o Portugal, y que no pudieron ser destruidas. Por esta razón, las premisas para el paso a formas capitalistas de producción se fueron creando, pero de manera muy lenta; por eso mismo, nuestros países no se industrializaron de manera impetuosa, como Estados Unidos y la mayor parte de Europa. La industrialización es fruto y característica del modo de producción capitalista, pues era imposible que se diera en la época feudal.
Y estábamos en ese proceso, de lento y dificultoso desarrollo de nuestras fuerzas productivas, creando las premisas para el paso al capitalismo, cuando, allá por el último tercio del siglo XIX, irrumpieron con fuerza las inversiones extranjeras provenientes de Estados Unidos e Inglaterra, sobre todo, países donde el capitalismo se había desarrollado de manera temprana y había dado paso a su fase imperialista de la exportación de capitales. Esa penetración de capitales externos impidió que nuestros países siguieran un proceso autónomo de desarrollo económico y encimó a las antiguas formas de producción, un sistema capitalista dependiente, al que hemos estado sujetos desde entonces; un capitalismo deforme, subordinado, con supervivencias de concentración de la tierra, propias del modo feudal de producción, e incluso con formas de explotación del trabajo que se asemejan a las que imperaban en el esclavismo.
Éste es el drama de América Latina, como diría Lombardo, el destacado pensador marxista y dirigente obrero y revolucionario, que tanto se ocupó en analizar nuestra realidad y plantear caminos hacia el porvenir acordes con esa misma realidad, sin “copia ni calco”, usando la justa expresión de Mariátegui, otro gran revolucionario latinoamericano.
A ese nuestro proceso histórico, a sus peculiaridades, se debe que hoy, luego de dos siglos, tengan completa vigencia las banderas de Bolívar, Hidalgo, Morelos, San Martín, O'Higgins, Sucre, Morazán, Artigas, Martí, Moreno, Tiradentes, Loverture y todos los próceres de la independencia, porque aquella fase de la lucha, que ellos encabezaron, conecta de manera directa con la de hoy, puesto que la independencia política y económica plena todavía no ha sido conseguida por nuestros pueblos, con una sola excepción: Cuba, llamada con justicia el “Primer Territorio Libre de América”. Y porque todos los demás estamos inmersos en la que bien podemos llamar la segunda etapa de la misma batalla, ahora por nuestra segunda y definitiva independencia.
Y una cuestión más que vale la pena reiterar, hablando del bicentenario: así como, hace dos siglos, la lucha independentista estalló por todas partes del subcontinente al mismo tiempo, como si nuestros pueblos y sus dirigentes históricos se hubieran puesto de acuerdo, de igual manera hoy nuestros pueblos han emprendido la movilización por su liberación respecto del imperialismo, otra vez con una simultaneidad que resulta asombrosa.
Lo cierto es que ni entonces ni ahora hubo ni hay acuerdos previos. Lo que sí existieron y existen hoy, son condiciones semejantes aquí y allá, contradicciones que en su esencia son iguales y que, por serlo, maduran al mismo tiempo prácticamente en todo el subcontinente, desde el Río Bravo hasta la Patagonia.
En la fase contemporánea de la liberación de los pueblos de América Latina, hubo, sin embargo, una revolución temprana que también ha jugado un rol: la Revolución Cubana, encabezada por Fidel, por Raúl, por el Ché, que estalló medio siglo antes, y cuyo ejemplo ha sido un faro que ilumina el camino de los otros pueblos hermanos. No porque Cuba exporte su revolución; no lo hace.
Y luego, desde fines del siglo XX, la Revolución bolivariana ha venido a dar un nuevo impulso; no porque Chávez intervenga en la vida interna de otros países, tampoco sucede eso más que en la mente calenturienta de los imperialistas y sus agentes, individuos ignorantes y asustados por la rebelión de los pueblos. Sí, hay simultaneidad, pero esto es por las leyes y tendencias que rigen los procesos históricos; porque nuestra historia común, el ritmo al que se ha desenvuelto, ha hecho que los latinoamericanos nos movamos como si fuésemos un solo pueblo. Corrijo, porque nuestras afinidades son tantas y de tal naturaleza, que determinan de hecho eso, que sí somos un solo pueblo y estamos llamados, por tanto, a construir una comunidad única, estrechamente unida en todos los aspectos, en lo económico, político y cultural, como una gran familia, que eso es lo que somos. Véase la vigencia de los postulados de Simón Bolívar y José Martí, que ya hoy empiezan a materializarse con el ALBA, la Alternativa Bolivariana de las Américas.
Hablaré ahora un poco del tema de Los 5. Brevemente, porque eso lo expondrá con todo conocimiento y autoridad nuestro estimado amigo Carlos Chao, Primer Secretario de la Embajada de Cuba.
Se llaman René, Antonio, Fernando, Gerardo y Ramón. Hace diez años están privados de su libertad en cárceles de Estados Unidos y sujetos a condiciones inhumanas. Son cubanos, latinoamericanos, compatriotas nuestros de la Patria Grande. Jamás han cometido delito alguno; jamás han violado las leyes del país que los apresó y que los ha sujetado a un juicio infame, que viola todas las normas del derecho estadounidense y del derecho internacional. ¿Cómo podemos entender eso?
Sucede que el precio que nos cobran las potencias dominantes de ayer y de hoy, por luchar por nuestra independencia y soberanía, suele ser muy alto; véanse dos casos: a Hidalgo y a Morelos, héroes de la Patria mexicana, los fusiló la autoridad colonial y la Inquisición los maldijo, con saña estremecedora, y los excomulgó. Al primero, luego le cortaron la cabeza, a semejanza de lo que hacen los más terribles delincuentes hoy, con furia contra sus adversarios, lo general son otros criminales, sus colegas. Pero en el caso de Hidalgo, que no era criminal, sino el Padre de la Patria, la saña fue mayor: las autoridades coloniales metieron su cabeza cercenada en una jaula y la colgaron en una esquina de un céntrico edificio público, la Alhóndiga de Granaditas, y allí estuvo por muchos años, pudriéndose a la intemperie, “para escarmiento” de quienes decidan luchar por la libertad, frente a la potencia dominante.
En el fondo, las razones de la injusticia indignante contra René, Antonio, Fernando, Gerardo y Ramón, coinciden con las que movieron a aquel acto brutal contra nuestro libertador. Ellos, los Cinco Héroes cubanos y latinoamericanos, también luchaban por su pueblo, como Hidalgo, en sus propias condiciones. Cumplían la tarea patriótica y humanística de combatir al terrorismo desatado por la mafia de Miami, con el cobijo y patrocinio de las fuerzas más reaccionarias de Estados Unidos, contra Cuba, terrorismo que tantas vidas ha cegado. Para ese fin, vigilaban a los grupos de terroristas y conspiradores que han puesto bombas en hoteles y dinamitado aviones, matando a tantos inocentes.
Ningún otro cargo se les puede hacer, con sustento, porque jamás han cometido falta ni delito alguno. Al contrario, su conducta ha sido y es admirable, como fue la del Ché, pues la voluntad de Los Cinco no han podido quebrantarla aun con la oferta inmoral de que aceptaran el cargo de que estaban haciendo espionaje contra Estados Unidos por encargo de su gobierno, el Gobierno Revolucionario de Cuba, y la promesa de que si lo aceptaban, quedarían libres, de inmediato, al precio de mentir y, con esa mentira facilitar los planes de agresión del imperialismo yanqui contra la Patria de Martí, Fidel y Raúl, nuestra querida Cuba. Los Cinco, claro está que rechazaron semejante ofrecimiento. No son traidores. Son patriotas. Su conducta es heroica. Merecen nuestro reconocimiento. Merecen nuestra solidaridad y todo nuestro apoyo.
[1] Intervención en el Foro Antiimperialista, por la Soberanía Latinoamericana y por la Libertad Inmediata de Los 5 Héroes Cubanos. Oaxaca de Juárez, 4 de octubre de 2008. Edificio Central de Derecho, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.